Para alguien sin nombre
Los últimos días ha hecho bastante viento. Hay algo de lluvia continua y nubes que tiñen de gris el cielo azul. Para mí, este clima me recuerda a Widow’s Weeds (Tristania), un disco que marcó profundamente mi vida musical. Supongo que se podría decir que Widow’s Weeds tiene un antes y un después. Este álbum marcó mi escritura, me hizo quitar el polvo de viejos libros que estaban en casa de mis padres — y que nadie, excepto yo, quería leer (hasta hoy) — y anticipó mi gusto por las ruinas, los lugares fuera del tiempo y sobrenaturales.
De ese momento conocí Garden of Darkness (Tristitia), pero creo que es un álbum absolutamente infernal y triste. Hoy ya no tengo las agallas para escucharlo, pero en su momento me pareció relevante escucharlo varias veces. Aún de esa época, está el ya conocido The Division Bell, The Dark Side of The Moon — que escuché acompañando una película muda de un amigo que empezaba a hacer grabaciones independientes. En estas grabaciones podemos ver la imagen de un gran amigo, amante del cine independiente, decidió dar su vida, pero recuerdo claramente su rostro presentándonos Flesh and the Devil.
A través de grabaciones caseras y apresuradas, logré “conocer” a Torquato Neto, uno de los poetas que más me gustan, de mi ciudad natal, y que también vivía en el mismo barrio donde vivo hoy.
A los 16/17 años, escuché el CD de demostración mejor hecho del mundo. Esta demostración (CD demo) fue una inspiración directa para varias historias de terror mías. Y lo sigue siendo hasta el día de hoy. Mia mejor amiga de entonces grabó uno de los CD que yo escuchaba cuando leía y hacía actividades en la disciplina de Historia y Literatura. En ese entonces, comprábamos CD vírgenes y hacíamos grabaciones caseras. Solía llevar mucho tiempo. Internet era dial-up. De todos modos, un escenario ya conocido aquí. Me encanta este disco! Literalmente. Creo que podría escribir un guión para un cortometraje con él. Y creo que algún día lo haré si puedo crear esa posibilidad. También disfruté conocer Joy Division, The Cure, Siouxsie and the Banshees, London After Midnight, HIM… Por cierto, Ville Valo lanzó un excelente álbum. Hay algunas canciones ahí que me hablan de la misma manera que la obra de Alfred de Musset. Hablando de eso, además de mis relecturas (que incluyen a Proust, Nabokov, Joan Didion), volví a prestar más atención a Kafka y Junqueira Freire (este poeta del claustro brasileño se me apareció a los 17, desapareció, reapareció a los 22, desapareció y reapareció ahora). Recientemente conocí la poesía de la portuguesa Soares de Passos. My Dying Bride y Anathema tienen una historia separada conmigo. Conocí a ambas bandas cuando todavía era una adolescente y me influyeron, cada una a su manera. Incluso hasta hoy.
Eso es todo lo que me viene a la mente ahora. Hace unos días, cuatro o cinco, no recuerdo exactamente, me desperté de madrugada y me di cuenta de que había dejado abiertas las ventanas de la sala. Hacía mucho viento. Los golpes del viento eran tan intensos que parecían derribar las ventanas, como si fueran invasores de un castillo escondido al pie de una colina inhóspita. Cuando me di cuenta, vi que la luna estaba en la fase de media luna gibosa. Estaba completamente amarillenta, casi como un sol envuelto en la oscuridad. Las nubes reflejaban esta luz amarillenta. Todo reflejaba esta luz amarillenta. No era del color del oro tallado; era del color de una pepita de oro en bruto. El viento sacudía las hojas de los árboles, que estaban rojas como el vino tinto. Entonces empezaron a caer. Cayeron en un torbellino, girando como un vals sin principio, medio ni final. Girando sin ayer y mañana. Remolino con sólo ese momento.
He estado aquí en este edificio durante una década y nunca antes había visto nada como esto. Solo hay una persona, además de mí, con la que me gustaría compartir esta imagen.
Esta persona eres tú.
Hecho.
